Bueno, pues cada domingo me traen flores. Me dedican unas cuantas lágrimas y se van recordando buenos momentos. Se arrepienten de nuestra última conversación y se lamentan porque no me dijeron aquello que me deberían haber dicho... Total, una vez se van y me dejan tranquila, puedo, por fin, llamarle y hablar con él, con Ángel. Bueno, hablar... y lo que surja.
A veces conversamos de fútbol, porque sé que la moda no le interesa. Otras, de aviones. A los dos nos apasionan los aviones. Aviones supersónicos, aeroplanos, avionetas… También hablamos de política aunque nunca llegamos a ninguna conclusión. Nos cuesta entender a los políticos. Son grandes momentos las conversaciones que paso con él.
“¿Y lo que surja?” Pues lo que surja es… lo que surja. A veces surge una risa, un abrazo, un guiño... Depende del día, la hora y del lugar. Bueno, del lugar no. También jugamos al escondite. Pero siempre me pilla. O yo soy muy mala escondiéndome… o él es muy bueno buscando.
La verdad, es que cada día es un mundo, una aventura. Cada día aprendo cosas nuevas. Me lo paso genial. Llegan nuevos vecinos. Conozco a mucha gente…
No sé porque la gente odia tanto ese día, porque yo puedo aseguraros que una vez estéis aquí, os lo pasaréis bien y que no es tan malo como os lo imagináis. Sí que es verdad que se echa de menos a cierta gente, pero no hace falta que os despidáis con un hasta siempre, si no con un, hasta luego.
Me despido, Sandra.