24 d’abril 2014

¿Me haces un favor?

Rosalía es una antigua compañera de trabajo. Es del departamento de Recursos Humanos y aunque no nos conocemos mucho, solemos coincidir los viernes por la noche en la Salchicha Peleona, un bar especializado en todo tipo de salchichas que está justo a la vuelta de la calle de la empresa donde trabajamos. 

Mientras me comía mi bratswurst picante con mostaza se me acercó Rosalía y me dijo que teníamos que hablar. Me limpié la comisura de los labios con la servilleta y salí a fuera.


Una vez en la terraza, Rosalía se puso seria y me dijo:


-Tengo que pedirte un favor. La próxima semana vendrá mi tía desde Andalucía y va a alojarse en mi casa. Hablando por teléfono me comentó que su sobrino se había quedado viudo y que bueno, quiere presentármelo porque cree que no me vendría mal un novio y tal y cual. El caso es que yo no quiero conocerle y no se me ocurrió otra excusa que decirle que ya tenía novio y claro… si no te importa… ¿podrías hacerte pasar por mi pareja para que no me presente a su sobrino?


-Esto, eh... bueno, no sé… es que…

 
-Por favor… -me insistió.


-Está bien, me haré pasar por tu novio. 



Una semana después, me encontraba cenando en su casa después de haberle dicho a mi novia que teníamos una cena de empresa porque seguramente  no le haría mucha gracia que me hiciera pasar por el novio de otra mujer. Como era de esperar, la tía de mi compañera/amiga/pareja o lo que fuera Rosalía entonces,  me hizo un interrogatorio sobre lo vivido y por vivir. Cuando acabamos de cenar Rosalía y yo recogimos la mesa y me insistió que me quedara a dormir como una pareja de verdad. Para que no sospechara su tía, acepté y el día siguiente me levanté y me fui antes de que el sol saliera. 


Cuando llegó Rosalía a la empresa se dirigió a mí y me dijo que su tía estaba muy enfadada porque qué clase de novio se va sin haber desayunado juntos siquiera y que eso no podía volver a ocurrir, a partir de ahora, las tres comidas diarias se harían en casa los tres juntos. 


Durante una semana estuve haciendo el paripé y las excusas con mi novia, con mi novia real quiero decir, se me estaban acabando. Pregunté a Rosalía que por cuánto tiempo más debería “vivir” en su casa, porque ya no me quedaba  ropa limpia y debía volver a mi casa a por ella. Rosalía me contestó que ya me había comprado ella ropa y que la tenía en “nuestro armario”. Cuando lo abrí, lo vi lleno y me dijo que su tía había decidido quedarse a vivir en su casa. 


Toda la farsa se agilizó cuando mi novia real me dejó y entonces ya podría disponer de todas las tardes para ir a pasear en familia o para asistir al cine y al teatro con Rosalía y su tía.

Su tía me veía como el novio ejemplar y decidió que nos casaríamos. 


-Por mi tía… tú aceptaste hacerme este favor…


Dos años después llegaron Laura y Júlia, dos niñas preciosas rubias y de ojos claros. 


La tía de Rosalía estaba contentísima. Mis compañeros de trabajo que no sabían que no éramos una familia de verdad nos felicitaban y nos regalaban detalles para nuestras pequeñas. Mis amigos me miraban con pena y se compadecían de mí. 


Un día, cuando llegué cansado del trabajo dispuesto a encontrarme mi cena en la mesa y esperándome el abrazo de mis hijas, salí del ascensor y me encontré con las maletas en la puerta.

-Ya está, se ha acabado.
-¿Qué? Pero…
-Mi tía ha muerto, has sido muy amable.
-Eh… vaya, lo siento, pero…
-Gracias por hacerme este favor.
-¿Y las niñas?
-Ellas ya sabían que esto acabaría cuando ella muriera, tranquilo.
-Ya bueno pero…



Y cerró la puerta.

11 d’abril 2014

Pour toi, mère

Vous savez mère? Vous êtes la personne plus important de ma vie. Sans toi, tout serait plus difícil et noir. Vous me donnez  la ségurite et l’amour que je besoin pour croître et vous avez la patience, l’affection, la tendresse…  vous avez tout. Quand je suis triste ou désole et toi arrive a cote moi avec tes yeux lumineux, mon coeur se calme et tout reprendre la paix et la bonheur. Pour ça et pour tout l’autre, merci mère.