03 d’octubre 2011

Un frasco.

Ocurrió cuando ya caía el sol. Cuándo los pájaros volvían a sus nidos. Las calles ya se recogían. Nosotros, seguíamos en un abrazo profundo. Pensar después de mucho tiempo sin besos y con lágrimas. Acordarse de todos los sueños muertos, de las palabras desdichas, de los detalles olvidados, de las sonrisas perdidas, de las caricias rotas y de las noches sin luna. Pensar y repensar. Creer en todo y no creer en nada. Echarte de mi cabeza a patadas, con todo mi odio posible acumulado hacia ti. Imaginar que te tengo en un frasco, pequeñito, pequeñito, que puedo abrir en cualquier sitio: en el trabajo, mientras como, en la parada del autobús… Y así, imaginar que te tengo. Que estás aquí conmigo, a mi lado. Borrarte de mi pasado, y de mi presente, pero intentar no hacer planes contigo en un futuro. Y sigo pensado. Mientras me fundo en tu abrazo. Mientras me deshago. Mientras toco tu piel, suave, bonita. Mnnh, tu piel… Ahora ya no sirven las ganas de odiarte, ni de perderte, ni de borrarte. Ahora solo quiero las ganas de tenerte, otra vez aquí. Ahora, solo quiero un “nosotros dos”. Clap, he cerrado el frasco tan pequeño. Aquel frasco lleno de ti.

1 comentari:

Amadeo Frix ha dit...

MB
¿Contrastes amorosos de juventud? Los odios y los amores tienen la propiedad de traspasar los cristales, como por ósmosis.. Será porque son transparentes.
(;>