17 de setembre 2013

Plátano

Cada mañana mientras paseo al perro veo pasar al elegante varón por la acera de enfrente. Anda con pasos firmes y la espalda recta. Hoy lleva una camisa blanca, corbata a rayas, traje gris y mocasines negros. En la mano aguanta un maletín attache también negro. Me inspira seriedad y parece que sea aplicado a la hora de trabajar.

Siempre dejan que pase yo antes, aunque no penséis que no insisto en que lo hagan ellas… Amables y educadas. Visten con falda y camisa la mayoría de veces. La pelirroja es más baja que la rubia, pero lo compensa con unos tacones de aguja. Las patas de gallo delatan sus edades, pero no parecen estropeadas, se cuidan la piel.

En el recurrente paso de peatones cruzo la mirada con un hombre que lleva una bolsa de papel en la mano. Matizo que siempre es la misma bolsa: rosa con letras amarillas contorneadas de negro. Avanza con pasos lentos y vagos, como si sus piernas aún no se hubieran despertado del todo, y con los brazos que parece que le pesan.

Las señoras que cuchichean en la cafetería de la esquina. Dos cortados, un café con leche y un zumo que dependiendo del día es un sabor u otro. Me miran cuando paso pero me hago la interesante y levanto la mirada al frente. Parecen las típicas señoras mayores que se quejan de todo.

Y bueno, por último, el guapo. El hombre 10, el ideal. Alto y joven. De estilo casual. Sonriente y alegre. Gafas de metal y pelo oscuro. ¡Y qué bien huele…! Intento pasar lo más cerca de él posible, es el perfecto.


Las que cuchichean me compadecen cuando tengo alguna lesión (escayola, muletas, venda…), en realidad pienso que son majas. El hombre del paso de peatones es fisioterapeuta, se le nota en la cara. La rubia parece estar harta de la pelirroja que no calla y que lleva el paraguas cuando llueve. De mi chico ideal no tengo nada más que decir. ¡Ah! El hombre de paso firme y espalda recta que me inspira seriedad y sostiene el maletín attache siempre va comiendo un plátano por la calle.