A
veces quiero castigarme. Es tan insoportable. Es demasiado difícil.
No encuentro las respuestas que quiero o que necesito y eso no puedo
aguantarlo. Quiero pero no puedo. Intento pero no lo consigo. Y eso
es estresante. Inaguantable. Me atormenta saber que no hay tiempo, o
que sí que lo hay pero no el suficiente. Quiero encontrarme y no sé
cómo. Quiero saber demasiados porqués y todo a la vez no se puede.
Me paro y me digo: “Sandra, tranquilidad” pero entonces me doy
cuenta de que eso también me hace perder tiempo, un tiempo que no
tengo, que se agota, sé que no puedo parar a tranquilizarme. Nunca
podré leerme 365 libros en un año, es una cosa imposible. Además,
como si no fuera poco, siempre está aquél que te dice “¡Te has
olvidado de mí!”, cuando en realidad lo que yo pienso es: “¿De
ti? Pero si no tengo ni tiempo para mí, que voy a tener para ti,
anda...” Y así mil situaciones más. Pienso y pienso y no
encuentro una solución, siento que pierdo el tiempo, que se me
escapa de las manos, que no puedo disfrutarlo, que necesito más
tiempo del que hay. Ahora mismo tengo 5 libros que me llaman para
leerlos; otros 5 amigos que me también me llaman, pero para tomar
algo; 5 reflexiones escritas inacabadas y; 5 minutos menos que creo
haber perdido mientras escribía lo que pienso...
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